Continuando con las historias para recordar...
Para la época en que tenía mi bicicleta balona con la que rodaba por el
parque, veía que se comenzaban a vender motores chinos para bicicleta, tenían
un costo aproximado de $2500, me llamaban la atención pero no tanto como para
gastar tal cantidad de dinero en uno.
Entonces resulta y coincide que para esos tiempos se llevaba a cabo el
mundial de Sudáfrica de 2010 y en la oficina (en el trabajo) se realizó una
quiniela donde se apostaba por atinar qué equipo ganaría cada uno de los
partidos e incluso se apostaba por un marcador. La entrada para participar era
de $100 y todo el dinero sería para el ganador; entraron, si no me equivoco, 22
personas, dando un total de $2200 para el ganador de la quiniela quien sería
quien atinara a la mayor cantidad de resultados y marcadores en los partidos…
Pues lo que estamos pensando fue lo que ocurrió… Gracias a mi agudo
sentido visionario y a la suerte yo gané la quiniela y con ello el premio de
$2200, así que al contar con dicho dinero y no saber en qué gastarlo decidí
pedir un motor de esos chinos para adaptarselo a mi bicicleta.
Esperé un par de días y llegó el motor, para armarlo y adaptarlo a la
bicicleta le pedí ayuda a mi hermano, así que un día, temprano metí todas las
piezas del motor a una mochila, me subí a la bicicleta y me decidí a ir
pedaleando casa de mi hermano donde estuvimos trabajando durante medio día y al
final logramos armarla y probarla.
Bicimoto Armada
Para probarla sabía qué hacer… Debía pedalear con la palanca del clutch
presionada, tomar impulso y soltarla, eso originaría la chispa que prendería el
motor… Eso hice y sí prendía el motor pero se apagaba, lo intenté un par de
veces, entonces se ajustó un poco el carburador, lo intenté de nuevo y ésta vez
se mantuvo encendida y ya aceleraba.
El resultado era una bicicleta que se impulsaba por un motor… suena muy
simple pero la verdad es que eso envolvía muchas cosas, el hecho de tener propulsión adicional a la
del pedaleo con las piernas y avanzar sintiendo el aire en la cara era una
sensación muy muy placentera.
Me gustó tanto la bicicleta que pensé en abrir un pequeño taller de
instalación de motores, incluso publiqué varios anuncios tanto en las áreas de
anuncios de mi trabajo como en la calle donde promocionaba la venta en instalación
de motores para bicicleta… Nadie se interesó, así que con eso se concluye que a
las demás personas no les agradan los motores para bicicleta.
Otra foto de la Bicimoto
Así duré un tiempo con mi bicimoto, la usaba recuerdo para ir
igualmente al parque, me paseaba a gusto, recuerdo que como el motor era de 2
tiempos tenía que mezclar aceite con la gasolina para poder echarla a andar y
rendía mucho. Una vez recuerdo que intenté subir una banqueta y como iba con la
velocidad a tope (no mucho, en realidad) se dobló el manubrio y me caí, jaja,
no me pasó nada.
Bicimoto con sus accesorios
Para ese momento que tenía la bicimoto quería comprobar la velocidad
máxima que lograba, así que compré un velocímetro para bicicleta, se lo puse,
la corrí a tope y recuerdo que la velocidad máxima que alcanzaba era alrededor
de 35 km/hra. En ese momento me di cuenta que lo que yo necesitaba era una
motocicleta de verdad, algo que corriera como un carro para así poder
desplazarme en la ciudad entre el tráfico.
Aquí termina otra publicación con otra más de las historias para recordar. Saludos!